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Hechos 21

21.1-6 Algunos creyentes dicen a Pablo: Tú no debes ir a Jerusalén

1 Nosotros nos despedimos y abrazamos a los líderes de la iglesia de Éfeso.

Después nosotros subimos al barco y fuimos a la isla de Cos.

Nosotros nos quedamos esa noche en la isla de Cos.

El día después, todos nosotros fuimos a la isla de Rodas.

Después, nosotros fuimos a la ciudad de Pátara.

2 En Pátara había un barco que iba a la región de Fenicia.

Nosotros subimos a ese barco.

3 El barco

  • navegó por el lado sur de la isla de Chipre y
  • continuó su viaje hasta la ciudad de Tiro, en la región de Siria.

Allí en Tiro, el barco paró y los marineros bajaron toda la carga del barco.

4 En Tiro nosotros

  • encontramos a algunos creyentes y
  • nos quedamos en su casa por una (1) semana.

El Espíritu Santo habló a esos creyentes.

Los creyentes dijeron a Pablo:

Tú no debes ir a Jerusalén.

5 Al final de la semana nosotros salimos de Tiro y continuamos nuestro viaje a Jerusalén.

Todos los creyentes (hombres, mujeres y niños)

  • salieron de la ciudad y
  • fueron a la playa con nosotros.

Allí todos nosotros caímos de rodillas y oramos.

6 Nosotros nos despedimos, abrazamos a los creyentes y subimos al barco.

Después, los creyentes fueron a sus casas.

21.7-16 Unos profetas dicen a Pablo: “Tu no debes ir a Jerusalén”

7 Nosotros viajamos desde Tiro hasta la ciudad de Tolemaida.

Allí nosotros saludamos a unos creyentes y nos quedamos con ellos un (1) día.

8 El día después, nosotros

  • viajamos a la ciudad de Cesarea y
  • nos quedamos en la casa de Felipe el evangelista.

¿Recuerdas a los 7 hombres que ayudaban a los apóstoles?

Felipe era uno de esos 7 hombres.

9 Felipe tenía 4 hijas que no estaban casadas.

Las 4 hijas eran profetas.

10 Muchos días después, un hombre de nombre Agabo llegó a Cesarea.

Agabo era un profeta de la región de Judea.

11 Agabo

  • fue a la casa de Felipe,
  • le quitó la correa a Pablo y
  • usó la correa para mostrar un ejemplo.

Agabo amarró sus manos y sus pies con la correa y dijo:

El Espíritu Santo dice:

Tú, Pablo, irás a Jerusalén.

Allí en Jerusalén

  • los líderes religiosos de los judíos te amarrarán las manos y los pies con una cuerda y
  • los romanos te juzgarán.

12 Después de escuchar las palabras de Agabo, todos nosotros dijimos a Pablo:

Por favor, no vayas a Jerusalén.

13 Pero Pablo dijo:

Ustedes no deben llorar ni hacerme sentir triste.

Tal vez los judíos me lleven a la cárcel o me maten.

Eso no me importa a mí.

Yo estoy listo para ir a la cárcel o morir en Jerusalén.

¿Por qué? Porque yo amo al Señor Jesús.

14 Nosotros dijimos a Pablo otra vez:

Por favor, no vayas a Jerusalén.

Pero Pablo continuaba con la idea de ir a Jerusalén.

Por eso nosotros ya no dijimos nada más a Pablo.

Nosotros oramos:

Nosotros pensamos que tú, Señor, no quieres que Pablo vaya a Jerusalén.

Pero Pablo piensa que sí debe ir a Jerusalén.

Nosotros no sabemos que quieres tú.

Por favor ayúdanos a nosotros a entender cuál es tu voluntad.

15 Después de algunos días, nosotros continuamos nuestro viaje a Jerusalén.

16 Algunos creyentes de Cesarea viajaron con nosotros.

Estos creyentes tenían un amigo en Jerusalén.

El nombre de ese hombre era Mnasón.

Mnasón era de la isla de Chipre y desde hace mucho tiempo era creyente.

Mnasón nos invitó a nosotros a quedarnos en su casa.

21.17-25 Pablo visita a Santiago

17 Nosotros llegamos a Jerusalén.

Todos los creyentes estaban muy felices de vernos a nosotros otra vez.

18 El día después Pablo y nosotros fuimos a visitar a Santiago.

Todos los líderes de la iglesia también estaban allí.

19 Pablo saludó a Santiago y a los líderes.

¿Recuerdas que Dios hizo muchos milagros y salvó a muchas personas en los viajes de Pablo?

Pablo contó todas las historias de sus viajes.

20 Después de escuchar las historias de Pablo, los líderes de la iglesia estaban muy felices y alabaron a Dios.

Después los líderes de la iglesia dijeron:

¡Tus noticias son muy buenas!

Pero ahora hay un problema aquí en Jerusalén.

Ahora muchos judíos en Jerusalén creen en Jesús.

Esos judíos en verdad quieren continuar obedeciendo la ley de Moisés.

21 Los creyentes judíos de Jerusalén piensan que tú estás enseñando cosas en contra de las costumbres religiosas judías.

Por ejemplo, que tú les dices a los judíos de otros países:

“Ustedes no deben circuncidar a sus hijos ni obedecer las costumbres religiosas judías”.

22 Por eso es posible que esos creyentes estén enojados contigo.

Pronto los creyentes judíos sabrán que tú estás aquí, en Jerusalén.

Este es un problema y nosotros necesitamos una solución.

23-24 Por eso nosotros tenemos un plan.

Aquí en la iglesia hay 4 hombres que hicieron una promesa a Dios.

Para cumplir su promesa y obedecer la costumbre religiosa, los 4 hombres

  • deben ir al templo,
  • lavar sus cuerpos y
  • cortar todo su cabello.

Nosotros pensamos que tú debes

  • ir con los 4 hombres,
  • obedecer la costumbre religiosa y
  • pagar al sacerdote el valor de los animales de la ofrenda tuya y la de los 4 hombres.

Así tú mostrarás a todos

  • que tú sí obedeces la ley de Moisés y
  • que las acusaciones contra ti son falsas.

Tal vez este plan te ayude a no tener problemas con los judíos.

25 Nosotros también hemos pensado en los creyentes no judíos.

Por eso nosotros ya enviamos una carta para contarles nuestra decisión.

La carta decía:

1. Ustedes no deben hacer ningún pecado sexual.

2. Ustedes no deben comer:

  • la carne de animales que fueron una ofrenda para los ídolos,
  • animales que murieron con una cuerda en el cuello ni
  • carne con sangre.

21.26-40 Los judíos llevan a Pablo a la cárcel

26 Pablo aceptó la idea de los líderes de la iglesia.

Por eso el día después Pablo

  • fue con los 4 hombres,
  • se lavó el cuerpo,
  • se cortó el cabello,
  • entró al templo y
  • dijo al sacerdote:

Nosotros ya lavamos nuestros cuerpos y cortamos nuestro cabello.

En 7 días nosotros daremos un animal como ofrenda a Dios.

27-28 El séptimo (7) día unos judíos del Oeste de Turquía

  • vieron a Pablo en el templo y
  • hablaron contra Pablo.

Todos las personas

  • se enojaron mucho con Pablo,
  • tomaron a Pablo a la fuerza y
  • dijeron a los otros judíos:

¡Ayúdennos a nosotros a castigar a este hombre!

Este hombre es Pablo.

En todos los lugares de la Tierra Pablo habla

  • contra la ley de Moisés,
  • contra nosotros (los judíos) y
  • contra nuestro templo.

Pablo también trajo a una persona no judía a nuestro templo.

Por eso ahora el templo está sucio.

¡Esto es terrible!

29 ¿Por qué los judíos dijeron:

Pablo trajo a una persona no judía a nuestro templo?

Porque Pablo estaba en Jerusalén con un hombre de nombre Trófimo.

Trófimo era un hombre griego de Éfeso.

Los judíos pensaron que Pablo había llevado a un no judío al templo.

30-32 Por eso todos los judíos se enojaron mucho y ahora querían matar a Pablo.

Los judíos

  • corrieron al templo,
  • sacaron a Pablo del templo,
  • cerraron las puertas del templo y
  • golpearon a Pablo.

Un hombre de nombre Claudio Lisias era el jefe de los soldados romanos.

Claudio escuchó de los problemas en la ciudad.

Entonces Claudio, los soldados y los capitanes fueron al lugar donde los judíos estaban golpeando a Pablo.

Después de ver a Claudio y a los soldados, los judíos ya no golpearon más a Pablo.

33 Claudio

  • tomó a Pablo y
  • dijo a los soldados:

Ustedes deben amarrar a este hombre con 2 cadenas.

Después Claudio dijo a los judíos:

¿Quién es este hombre y qué hizo?

34 Unas personas gritaban una cosa.

Otras personas gritaban otra cosa.

Claudio no podía entender nada.

Por eso Claudio dijo a los soldados:

Lleven a este hombre al castillo del ejército romano.

35-36 Los judíos

  • estaban muy enojados,
  • querían continuar golpeando a Pablo y
  • gritaban:

¡Maten a Pablo!

Por eso, para proteger a Pablo, los soldados levantaron a Pablo en el aire.

Todos llegaron a las escaleras del castillo del ejército romano.

37 Pablo dijo a Claudio:

¿Yo puedo decir algo?

Claudio dijo:

¿Tú hablas griego?

38 Hace poco tiempo un hombre de Egipto

  • vino a Jerusalén,
  • quiso pelear contra el gobierno romano y
  • se llevó a 4.000 personas malas al desierto, lejos de Jerusalén.

Yo pensaba que tú eras ese mismo hombre egipcio.

¿Por qué tú hablas griego?

39 Pablo dijo:

No, yo no soy el hombre de Egipto.

Yo soy judío.

Yo nací en la ciudad romana de Tarso.

Tarso es una ciudad muy importante de la región de Cicilia.

Por favor, ¿puedo hablar con estas personas?

40 Claudio dijo:

Sí, tú puedes hablar.

Pablo

  • levantó la mano,
  • esperó a que las personas prestaran atención y
  • habló en Arameo, el idioma de los judíos.