Hechos 8
8.1-4 Saulo busca y maltrata a los creyentes
1-4 Unos hombres que adoraban y amaban a Dios estaban muy tristes por la muerte de Esteban.
Los hombres pusieron el cuerpo de Esteban en una tumba y lloraron mucho.
Pero otro hombre, un hombre de nombre Saulo, pensaba que matar a Esteban había estado bien.
Saulo quería hacer sufrir a los creyentes y destruir a todo el grupo de creyentes.
Por eso, desde ese mismo día, Saulo y otros judíos
- fueron de casa en casa buscando a los creyentes,
- sacaron a la fuerza a los creyentes (hombres y mujeres) de sus casas y
- llevaron a los creyentes a la cárcel.
Por eso muchos creyentes
- salieron de Jerusalén y
- fueron a muchos pueblos y ciudades de Judea y de Samaria.
En esos pueblos y ciudades los creyentes predicaron el
mensaje de salvación.
Pero los 12 apóstoles se quedaron en Jerusalén.
8.5-25 Felipe habla de Jesús en Samaria
5 ¿Recuerdas que la iglesia escogió a 7 hombres para ayudar a los apóstoles?
Uno de esos hombres era Felipe.
Felipe fue a Samaria y allí predicó de Jesucristo.
6 Felipe hacía muchos milagros.
Por eso muchas personas se reunían
- para ver los milagros y
- para escuchar a Felipe.
7 Felipe echaba fuera a muchos espíritus malos.
Los espíritus malos gritaban y salían de las personas.
Felipe sanó a muchas personas que no podían caminar o mover los brazos o las piernas.
8 Por eso las personas de Samaria estaban muy felices.
9 Un hombre de nombre Simón vivía en Samaria.
Antes Simón hacía trucos de magia y sorprendía mucho a las
personas de Samaria.
Por eso Simón decía:
Yo soy muy importante.
10-11 Simón usó sus trucos de magia por mucho tiempo.
Todas las personas, ricas y pobres prestaban mucha atención a Simón y decían:
Dios ha dado mucho poder a Simón.
12 ¿Recuerdas que Felipe estaba en Samaria?
Allí en Samaria, Felipe habló
- del gobierno de Dios y
- de la autoridad de Jesucristo.
Muchos hombres y mujeres creyeron en Jesús.
Felipe bautizó a esas personas.
13 Simón (el mago) también creyó en Jesús.
Por eso Felipe también bautizó a Simón.
Los milagros que Felipe hacía eran muy poderosos.
Simón estaba muy sorprendido y quería ver todos los milagros.
Por eso Simón siempre estaba cerca de Felipe.
14-17 Los apóstoles de Jerusalén escucharon
- que muchas personas de Samaria creían en Jesús y
- que Felipe bautizaba a los nuevos creyentes con la autoridad de Jesús.
Por eso los apóstoles enviaron a Pedro y a Juan a Samaria.
Al llegar a Samaria, Pedro y Juan dijeron el uno al otro:
Los nuevos creyentes necesitan recibir al Espíritu Santo.
Por eso Pedro y Juan
- tocaron la cabeza de los nuevos creyentes y
- oraron:
Señor, por favor, envía tu Espíritu Santo a estos creyentes.
Después los creyentes recibieron al Espíritu Santo.
18-19 Simón vio eso y dijo a Pedro y a Juan:
Yo también quiero tener el poder de dar el Espíritu Santo.
Así yo podré tocar a otras personas y ellas recibirán al Espíritu Santo.
Yo quiero comprar ese poder.
¿Cuánto vale ese poder?
20 Pedro dijo a Simón:
Vete al infierno con tu plata.
El poder de dar el Espíritu Santo es un regalo de Dios.
Tú no puedes comprar ese poder.
21 Tú no puedes trabajar con nosotros.
¿Por qué?
Porque delante de Dios tu corazón está sucio.
22-23 Tú tienes celos y envidia.
El pecado controla tu vida.
Tus pensamientos son malos.
Tú debes arrrepentirte de este pecado y no pecar más.
Tal vez así Dios olvide tu pecado.
24 Simón dijo a Pedro y a Juan:
Yo no quiero ir al infierno.
Por favor, pidan a Dios que olvide mi pecado.
25 Por un tiempo, Pedro y Juan se quedaron en Samaria predicando el mensaje de salvación.
Después Pedro y Juan fueron a Jerusalén otra vez.
En el camino a Jerusalén, Pedro y Juan
- fueron a muchos pueblos de Samaria y
- hablaron de Jesús a muchas personas.
8.26-40 Felipe habla de Jesús a un hombre de Etiopia
26-28 Dios envió un ángel con un mensaje para Felipe.
El ángel dijo:
Tú debes ir al sur e ir por el camino de Jerusalén a Gaza.
Ese camino pasa por el desierto.
Felipe obedeció al ángel.
En el mismo camino viajaba un hombre en una carroza.
Ese hombre era muy importante en Etiopia y era responsable de cuidar el dinero de Candace, la reina de Etiopia.
El hombre estaba en Jerusalén adorando a Dios.
Pero ahora el hombre iba a Etiopia otra vez.
El hombre leía el libro del profeta Isaías.
29 El Espíritu Santo dijo a Felipe:
Ve cerca de esa carroza.
30 Felipe corrió cerca de la carroza.
Al llegar cerca de la carroza Felipe
- escuchó al hombre leyendo el libro de Isaías y
- dijo al hombre:
¿Tú puedes entender?
31 El hombre dijo:
Yo no puedo entender.
Yo necesito que una persona me explique.
Felipe dijo al hombre:
Yo puedo explicarte.
Entonces el hombre dijo a Felipe:
Ven y súbete a mi carroza.
32 El hombre estaba leyendo el libro del profeta Isaías donde dice:
Yo tengo un ejemplo:
Las personas llevan a una oveja para matarla.
Es lo mismo con este hombre.
Las personas llevarán a este hombre para matarlo.
Otro ejemplo:
Al cortar el pelo de un cordero, el cordero no hace ruido.
Es lo mismo con este hombre.
Las personas tratarán muy mal a este hombre, pero él no dirá nada.
33 Las personas
- no respetarán a este hombre,
- no serán justas con este hombre y
- matarán a este hombre.
Este hombre no tendrá hijos.
34 El hombre de Etiopia dijo a Felipe:
Yo no entiendo quién es el hombre que morirá.
¿Es el profeta Isaías o es otra persona?
35 Felipe usó las palabras de Isaías para contar el mensaje de salvación al hombre de Etiopia.
36 Felipe y el hombre de Etiopia continuaron el viaje hasta ver un lago.
El hombre dijo a Felipe:
Aquí hay agua.
Yo quiero bautizarme.
¿Tú me puedes bautizar ya?
37 Felipe dijo al hombre:
Tal vez tú de verdad crees en Jesús.
Entonces yo puedo bautizarte, ¡claro que sí!
El hombre dijo:
Sí, yo creo que Jesús es el hijo de Dios.
38 El hombre de Etiopia dijo al conductor de la carroza:
¡Para aquí!
Felipe y el hombre de Etiopia
- se bajaron de la carroza y
- entraron al lago.
Allí Felipe bautizó al hombre de Etiopia.
39 Al salir del agua, el Espíritu Santo se llevó a Felipe de allí.
El hombre de Etiopia no vio a Felipe otra vez.
Pero el hombre continuó su viaje muy feliz.
40 Después Felipe apareció en la ciudad de Azoto.
Felipe habló del mensaje de Jesús en todos los pueblos del camino, hasta llegar a Cesarea.
El hombre dijo a Felipe:
Ven y súbete a mi carroza. . .
Felipe usó las palabras de Isaías para contar el mensaje de salvación al hombre de Etiopia.