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Hechos 26

26.1-11 Pablo habla con el rey Agripa

1 El rey Agripa dijo a Pablo:

Ahora tú puedes hablar y defenderte.

Pablo levantó la mano y dijo:

2-3 Rey Agripa, tú conoces todas las costumbres y creencias de los judíos.

Por eso, yo estoy muy feliz que tú seas mi juez.

Los judíos me acusan de hacer muchas acciones malas.

Pero eso es mentira.

Ahora yo te explicaré a ti todo.

Por favor, escúchame con atención.

4-5 Los judíos saben que yo siempre obedecí todas las leyes y todas las costumbres judías.

¿Cuándo?

  • cuando yo era joven y vivía en la región de Cilicia donde nací y
  • cuando yo era adulto y vivía en Jerusalén.

Yo era un Fariseo.

Tú sabes que los fariseos son el grupo de líderes religiosos que más respeta y obedece la ley.

6-7 Mi rey, hace muchos años Dios dijo a nuestros antepasados:

“Un día yo (Dios) resucitaré a los muertos”.

Casi todos los judíos creen que Dios es poderoso y cumplirá esta promesa.

Por eso todo el tiempo esos judíos adoran a Dios en el templo.

Yo también creo que Dios cumplirá esa promesa.

Pero hay algunos judíos que no creen esta promesa.

Por culpa de esos judíos ahora yo estoy aquí en este juicio.

8 ¿Porque ustedes no creen que Dios pueda resucitar a las personas muertas?

9 Antes yo también pensaba:

“Yo debo hacer todo lo posible para

  • matar a las personas que creen en Jesús de Nazaret y
  • destruir su mensaje”.

10 Yo empecé por atacar a los creyentes de Jerusalén.

Los sacerdotes más importantes me dieron autoridad para llevar a muchos creyentes a la cárcel.

Los líderes de los judíos querían matar a los creyentes.

Yo también voté para que mataran a los creyentes.

11 Yo quería que los creyentes dijeran:

“Yo ya no creo en Jesús”.

Por eso muchas veces yo fui a las sinagogas y castigué a los creyentes.

Yo odiaba mucho a los creyentes.

Por eso yo fui a otros países para castigar a los creyentes de esos países.

26.12-18 Pablo habla del día que creyó en Jesús

12 Pero un día en uno de mis viajes fuera de Jerusalén todo cambió.

Los sacerdotes más importantes me dieron autoridad para llevar a la cárcel a los creyentes de la ciudad de Damasco.

Por eso, algunos judíos y yo viajamos a Damasco.

13 Mi rey, era mediodía.

Nosotros ya estabámos cerca de Damasco.

Entonces, yo vi una luz muy brillante en el cielo.

Esa luz era más brillante que la luz del sol.

La luz estaba alrededor de todos nosotros.

14 Todos nosotros caímos al piso.

Después yo escuché una voz.

La voz dijo en el idioma Arameo:

“¿Saulo, Saulo, por qué tú estás peleando contra mí?

Tú quieres dañarme a mí, pero en verdad tú te estás dañando a ti mismo”.

15 Yo dije:

“¿Señor, quién eres tú?

La voz dijo:

“Yo soy Jesús.

Tú estás peleando contra mí.

16 Ponte de pie.

Yo te escogí para servirme a mí.

Tú predicarás a muchas personas

  • de mí y de mi mensaje,
  • de las cosas que yo te mostré hoy y
  • de las cosas que yo te mostraré en el futuro.

17 Yo te envío a predicar de mí a los judíos y también a los no judíos.

Algunas personas querrán hacerte daño, pero yo te protegeré.

18 Tú ayudarás a los no judíos a entender la verdad.

Así las personas

  • creerán en mí,
  • se arrenpentirán de sus pecados,
  • entrarán a mi luz,
  • ya no vivirán más en la oscuridad y
  • no continuarán obedeciendo al diablo.

Entonces Dios olvidará sus pecados y esas personas serán miembros de mi familia”.

26.19-23 Pablo habla de su servicio a Dios

19 Rey Agripa, yo obedecí todas las órdenes que Jesús me dio.

20 Primero yo prediqué a los judíos de Damasco.

Después yo prediqué en Jerusalén, en toda la región de Judea y también a los no judíos.

Yo dije a todas estas personas:

“Ustedes han hecho muchas acciones malas.

Por eso ustedes deben

  • obedecer a Dios,
  • arrepentirse de sus pecados y
  • no pecar más”.

21 Por predicar este mensaje algunos judíos me sacaron del templo para matarme.

22-23 En el pasado Dios siempre me ha ayudado.

Ahora Dios me da fuerza para continuar predicando.

Por eso yo puedo testificar a todas las personas.

Este mensaje no viene de mis propias ideas o de mi imaginación.

Los profetas y Moisés también dijeron este mismo mensaje:

“El Cristo

  • sufrirá,
  • morirá y
  • será la primera persona que resucitará.

Por todo esto el Cristo

  • será como una luz en la oscuridad y
  • salvará a los judíos y a los no judíos”.

26.24-29 El rey Agripa habla con Pablo

24 Pablo continuó hablando, pero Festo gritó:

¡Pablo, tú estás loco!

Tú has estudiado mucho y estás confundido.

25 Pablo dijo a Festo:

Señor Gobernador Festo, con todo respeto yo te digo:

Yo no estoy loco ni confundido.

Todas mis palabras son verdad.

26 Yo sé que el rey Agripa sabe todas estas cosas.

Por eso yo no tengo miedo de hablar de estas cosas delante del rey.

Todas estas cosas no son un secreto.

27 Después Pablo dijo al rey Agripa:

¿Tú crees las profecías de la Biblia?

¡Yo estoy seguro que sí!

28 El rey Agripa dijo a Pablo:

¿Tú crees que tú puedes hacerme cristiano tan rápido?

29 Pablo dijo:

Yo quiero que tú y todas las personas que están aquí crean en Jesús.

No me importa que tú creas en Jesús ahora o en unos años.

Yo pido a Dios para que un día todos ustedes sean iguales a mí.

¡Obviamente libres, no en la cárcel como yo estoy ahora!

26.30-32 El gobernador y el rey dicen: “Pablo no es culpable”

30-31 El rey Agripa, el gobernador Festo, Berenice y otras personas importantes

  • se pusieron de pie,
  • salieron de la sala y
  • dijeron el uno al otro:

Pablo no ha hecho ninguna acción mala.

No es justo que Pablo esté en la cárcel o que Pablo muera.

32 Agripa dijo a Festo:

Nosotros podríamos liberar a Pablo.

Pero Pablo ya dijo:

“Yo quiero que el César me juzgue”.

Por eso, nosotros no podemos liberar a Pablo.